Libro más de la medicina

Medicina basada en el Amor

Comentario sobre el libro “Más allá de la medicina” escrito por la Dra. Rossana Alloni.
Francisco Avendaño

Una de las más grandes frustraciones para los médicos y todos los profesionales dedicados a la salud es que, con todo su esfuerzo, estudio, fatiga, no podemos lograr la sanación de los pacientes. Independientemente de los años que llevemos estudiando, de todos los congresos en los que participemos, que seamos los más actualizados en los últimos diagnósticos diferenciales, terapias innovadoras, los distintos algoritmos de tratamiento… tarde o temprano nos enfrentamos con el hecho irrefutable de que el bien del otro que se confía a nuestras manos no soy yo ni todo lo que pueda hacer por él, que su bien no está en nuestras manos, se nos escapa. De ahí nace la pregunta: ¿Es la sanación el verdadero bien de quien sufre por una enfermedad?, ¿qué puedo hacer yo por ellos?

En el día a día nos vemos constantemente enfrentados a la fatiga de un turno extenuante, el error médico, al miedo e incertidumbre de un paciente y familiares que buscan respuestas satisfactorias, a las malas noticias que nos toca entregar, a las infaltables consultas de pasillo, la frustración de todos los pacientes que llegan atrasados y todos nuestros límites. Sin embargo, hay Uno en la historia que pasó por todo esto y mucho más, que venció a lo que constantemente intentamos evitar a toda cosa y llegó incluso a abrazarla. Uno que no solo era capaz de tratar e incluso de sanar, sino que además perdonar todos los pecados. Éste Sanador que ejerció una medicina revolucionaria hace más de 2000 años y que sigue siéndolo hasta el día de hoy, es Quien porta el misterio que todos quienes nos dedicamos al cuidado del otro ansiamos y envidiamos. ¿Se imaginan la Gracia que sería poder tener de colega a alguien así en nuestro servicio?, pues esto es posible, este Sanador está aún presente, y es posible aprender de Él.

El libro “Más allá de la medicina” escrito por la Dra. Rossana Alloni, Cirujana italiana, es un testimonio vivo de que Cristo está presente hoy, y nos busca constantemente para poder llegar a nuestro lugar de estudio, trabajo, colegas, pacientes, y sobre todo y primero a nosotros. El método que plantea el libro es sencillísimo: mirar la historia de Jesús a través de los Evangelios haciendo un juicio de qué tiene que ver con su vida como doctora y los encuentros que hace cada día. A través de sus páginas, nos invita a hacer este ejercicio y descubriendo la petición de Jesús de ser cada día a ser más como Él para quien se confía a nosotros.

Este libro para mí fue una provocación clara de una gran amiga mía psicóloga que, más que consiente de mis reclamos y urgencias frente al qué podría hacer yo frente a tanta gente que sufre y se me confía, de la gran labor que se ponía en mis manos, me lo regaló para mi cumpleaños. Resultaba atractivo y provocativo que una que llevaba unos pasos más adelante que yo, no solo en la carrera médica, sino también en la relación con Cristo, me propusiera mirar a este que vivió hace más de 2000 años para poder entender y enfrentarme a la tarea de acompañar enfermos ahora en el presente. Bastaron un par de capítulos para descubrir que la encarnación podía estar fuera de un templo, sino que también en la escuela y el hospital donde se me pedía hacer rotaciones.

La experiencia de esta Dra junto a Cristo iluminó y sigue iluminando hasta el día hoy mi práctica clínica. El hecho de que Dios hecho carne haya pasado por las mismas limitaciones por las cuales me ha tocado pasar (y algunas que incluso aún no me ha tocado por la etapa en la que estoy) y que no solo las ha soportado, sino que las ha abrazado y amado, llegando hasta lo profundo de ellas, e invitándome a lo mismo. Sin duda, uno de las grandes ayudas para ello han sido los detalles puestos en los evangelios de San Lucas cuando relata algunos episodios de la vida de Cristo, con un asombro de uno enamorado, uno que reconoce la importancia de lo que es el otro frente a ti y cada signo que muestra su existencia. San Lucas muestra con gran transparencia la forma en que Cristo con cada gesto Ama a cada uno quien encuentra en su camino, ejerciendo la medicina con un Amor infinito que responde a este deseo primario del hombre.

De esta forma, cada encuentro que hacía durante las rotaciones, cada vez que se me pedía estudiar, se convertían en ocasión para hacerme la pregunta que esta doctora propone: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?. Rescato uno de muchos encuentros puntuales donde el Cristo se vistió de bata blanca para educarme en su forma de hacer la medicina.

Félix, un paciente de 81 años el cual es jubilado pero anteriormente se dedicaba a la cirugía digestiva. Estaba hospitalizado por una de muchas complicaciones que había tenido por su cáncer de páncreas activo. Lo conocí durante una rotación en la sala de hospitalizados, donde contaba de bastante tiempo para hablar con los pacientes pues se nos pedía practicar la obtención de la información de la historia de los pacientes. Cuando hablé con él se notaba muy desesperanzado y cansado… no quería someterse a ningún tratamiento y desestimaba el tratamiento paliativo que se le estaba ofreciendo iniciar, solo quería morir… estaba muy frustrado de que a él (siendo médico cirujano que vio muchas veces pacientes con su enfermedad) le estuviera pasando esto, incluso habiendo tenido toda una vida de Fe, tenía que afrontar esto. Evidentemente yo no tenía mucho que hacer además de escucharlo y acompañarlo, no soy ni médico aún ni menos cirujano para hacer algo (que incluso siéndolo no había mucho que hacer desde la parte bio-médica), sin embargo, no pude no recordar esa pregunta… ¿Qué habría hecho Cristo en mi lugar?. Para mí fue claro que no estaba en mis manos su pronóstico, por lo que lo escuché y le dije que pediría por él, que lo tendría presente en mis oraciones… solo podía acompañarlo y ofrecerlo. Los días siguientes que los fui a ver se notó mucho más animado y decidió además aceptar el camino del tratamiento paliativo. Para mi fue claro que no había sido yo quien había actuado aquí… que fue Otro quien logró tocar este corazón herido, lo Amó y le dotó de ese gozo por vivir que había perdido. Fue claro que lo que verdaderamente necesitaba no era la curación… sino algo incluso más difícil, ser Amado por completo.

¿Qué haría Cristo en mi lugar?, esta es la pregunta que esta Dra nos propone y es la pregunta que quiero transmitirles a mis colegas y futuros colegas de la salud. Todos somos llamados a la santidad, a ser santos de traje clínico, que podamos ser testimonio vivo de Aquel que vivió hace más de 2000 años sigue presente hoy en los hospitales al lado de la cama del paciente. Solo siguiéndolo a Él y a quienes lo conocieron de cerca podemos acercarnos a esta misión, reconociéndole presente, dejándole pasar incluso por los tantos límites y dificultades que enfrentamos día a día.