"El cielo comienza aquí". Testimonios de las vacaciones del CLU 2024

“Yo soy el origen y el significado de esa promesa que define tu vida, el cumplimiento de ese corazón que tienes, de todos tus deseos” Vacaciones CLU, Vilches, Chile.
Diego Vallejos y Laura Hacin

Este verano, los días comprendidos desde el 22 de febrero hasta el 26 de este mismo mes, decenas de universitarios de CL Chile compartieron unos días de comunión en Vilches, Región del Maule. “El cielo comienza aquí” fue el título con el cual Padre Lorenzo decidió abrir estos 5 días de trabajo, comprendiendo que la promesa de Cristo, la promesa de una vida “nueva y excepcional” comienza ahora, frente a nosotros y frente a nuestra compañía.

Al comienzo, tres amigos, deseosos de presentarnos un testimonio que trajese consigo la propuesta de vivir los dolores junto a Cristo, nos presentaron el libro “Requiem por Nagasaki". Este libro nos relata la historia de Takashi Nagai, un médico japonés que a lo largo de su vida y su relación con su enamorada Midori, se convierte al catolicismo. El libro relata cómo Takashi pone el corazón en cada aspecto de su vida, con su esposa, con los libros que escribe a raíz de su pasión por la medicina y su pueblo, su cultura y su gente. Takashi fue uno de los pocos sobrevivientes a los bombardeos atómicos en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, y frente al dolor de ver su ciudad destruida y a su esposa fallecida, confía en el Amor que Cristo le promete durante su vida, y decide levantar su pueblo, dando el primer paso de construir una Iglesia. El testimonio de este médico japonés nos recuerda que, frente a los dolores más profundos, somos hijos de un Padre, que nos custodia en cada aspecto de nuestra vida.

Uno de nuestros amigos del movimiento, José Riveros, nos presentó una de las obras más reconocidas de la ópera Italiana, Turandot, compuesta por Giacomo Puccini. José, mediante su pasión por aquella expresión de belleza a través de la música nos presentaba la historia de un príncipe, que deseando el amor de una princesa inalcanzable, se involucra en un juego de vida o muerte. Esta obra mundialmente conocida, se nos presentaba también como una pasión por una de las preguntas fundamentales para todo ser humano, el amor, aquél anhelo que surge en nosotros por la Presencia de un amor que abraza toda la vida. Frente a esta historia, se nos recalca a un personaje muy especial para el presentador, Liú, sirvienta del príncipe desterrado, que se enamora en secreto de él, José hace especial hincapié en este personaje, recalcando su “verdadera” forma de amar al príncipe desconocido, pues sabe que para amarlo completamente, no lo puede poseer. Turandot, junto con la belleza del canto lírico y su hermoso mensaje, pone sobre la mesa una invitación a adentrarnos en qué significa amar al otro, amar al otro de verdad. “¿Estoy dispuesto a dar mi vida por amor?” es una de las preguntas con las que José Riveros nos invitaba a dar un paso radical en la forma en la que Jesús nos pide amar, también mostraba su pasión por la música, por la belleza y por esta obra en específico.

Un joven matrimonio del movimiento, Ivette y Pablo, nos regalaron un momento de testimonio, en el cual compartieron la historia que los coloca juntos frente al Misterio. Bello fue escuchar cómo, desde el momento en que se descubrieron frente a la pregunta del amor, decidieron dejar entrar de forma fulminante a “Aquél que hace que pueda amar verdaderamente al otro”. También, dentro de la cotidianidad que amerita vivir en comunión con el otro, nuestros amigos nos relataron cómo es posible, y dentro de lo posible, cuán gratificante es para ellos que Cristo esté presente en cada ámbito que amerite compartir la vida, desde la concreción del Sacramento del matrimonio (como dijeron Pablo e Ivette, “La sustancia del sacramento de la primera comunión es el Pan y el Vino, de la confirmación es el Óleo, y de nuestro matrimonio es la persona con la que me caso”), hasta la cotidianidad de mantener la casa, de cocinar, de sacar la basura y de esperar a sus amigos, claro nos quedó la manera en la que un matrimonio es para todo el mundo, pues vivir la vida en comunión acompañados refleja en estos amigos una Gracia.

El sábado 24 de febrero 6 amigos del CLU nos compartieron una presentación musical, esta presentación compuesta por música y letras de cantautores como Tata Barahona, Elizabeth Morris, Violeta Parra y el Kanka buscaba retratar cómo la fe, la relación con el Hijo en nuestro día día, se puede vivir según nuestra esencia humana, abarcando momentos como el primer encuentro con un amor más grande, la crisis frente a no vivir a la altura que amerita nuestro corazón, entre otras sensaciones, que adentra la experiencia humana dentro de la Fe.

Trabajando el texto "la verificación de la fe" (que son algunos apuntes de los ejercicios espirituales guiados por Padre Francesco Ferrari a los universitarios) y frente a las exigencia que surgieron en la asamblea final, exigencias que imploran al Misterio hacerse presente en cada aspecto de nuestra vida, en el matrimonio, como el de Pablo e Ivette, en la universidad, con los amigos, con la familia, nos devolvimos a Santiago con un corazón mucho más contento, contento por reconocer un lugar donde se es preferido, donde Cristo nos ha encontrado y preferido, donde podemos ser nosotros mismos, y junto al corazón contento nos acompaña también un corazón deseoso por ver como el Dueño de este lugar abraza nuestro día a día.

Diego


Rememorando las vacaciones del CLU, lo primero que se me viene a la cabeza son los amigos. Los amigos y la Gracia que significa poder tenerlos como una compañía férrea y constante en la vida.

El lema de este año era “El cielo comienza aquí”; el cielo está, el cielo ya llegó. No es solamente una aspiración post mortem. Una de las preguntas que naturalmente me surgían era ¿cómo se vive la vida sabiendo que el cielo comienza aquí? La respuesta llegó con forma sencilla: con amigos que me acompañen y corrijan, con quienes poder compartir la vida misma -el cielo mismo-.

Me parece que uno de los retratos más lindos -y claros- de esta afirmación es la compañía que se nos ha donado, sin ella ¿cómo sería posible vivir el día a día con tal certeza? Necesitamos de alguien que nos agarre fuerte de la mano, y de vez en cuando nos diga “¿Aló, está todavía dentro tuyo ese corazón que tanto te apasionaba conocer?”, o más concretamente que diga: “¿Sigues rezando para poder mirar lo que habita en tu corazón?”. Porque esa es la segunda cosa que más guardo conmigo, la certeza de que tengo un corazón y el deseo de querer saber lo que hay dentro de él; cuando estábamos en la vacaciones, vimos una presentación sobre Turandot y escuchamos otra que unos amigos nos prepararon con cantos, ambas gritaban una pasión por la vida y por entender el Amor y todo lo que llevamos dentro, un grito que todos llevamos dentro y que solo se puede escuchar con claridad cuando estamos rodeados de personas que lo hacen resonar más fuerte. Además, después de escuchar el testimonio de Ivette y Pablo, solo quedaba entregarse a los amigos, porque en ellos se percibe tal felicidad de haberse dejado acompañar, que no quedan más dudas en la cabeza. Solo un gran grito de vida que quiere ser escuchado.

Qué alegría más inmensa la de saber que hay un lugar que nos afirma que este grito es bueno -que la Vida es buena!-, y que necesidad más grande de vivir rodeada de las personas que hacen que suene más fuerte y se oiga mejor, incluso cuando yo lo estoy tratando de silenciar.

Laura