"Lo que somos tiene un eco en la eternidad" Una mirada de lo cotidiano en medio de la Pandemia

Alberto Hurtado decía que todo aquello que hacemos hoy, todo aquel pequeño trabajo o gesto, por pequeño que sea; todo lo que hacemos “tiene un eco en la eternidad”.
Paula Giovanetti

En estos días de emergencia de salud, los colegios han seguido funcionando a través de turnos éticos. Ayer fui a cumplir mi turno y vi a una de las señoras limpiando y desinfectando distintos espacios. Esta tarea es parte de su trabajo siempre, y, sin embargo, ahora nos parece vital. Hoy estamos aprendiendo a valorar cosas que antes para muchos eran invisibles. Alberto Hurtado decía que todo aquello que hacemos hoy, todo aquel pequeño trabajo o gesto, por pequeño que sea; todo lo que hacemos “tiene un eco en la eternidad”. Ahora lo comprendo mejor, porque no significa esperar a la muerte para “ver el resultado de nuestras obras y acciones”... ¡no! La eternidad empieza hoy, en las tareas que hacemos y que alcanzan misteriosamente al mundo. Limpiar esa escalera, lavar ese baño, hacer esa clase a la distancia, lavar mis manos, hoy todo cobra un sentido que alcanza a quien está a mi lado, y a quienes encontramos en la calle. Lo que hago hoy, es más claramente un acto para el mundo. ¡Para el mundo! Antes nos parecía exagerado, y, sin embargo, esta misteriosa circunstancia que atravesamos nos hace entender que no somos islas; que lo que hacemos y decimos alcanza a otros, a otros y a los amigos de los otros. Lo que nos parecía obvio, ya no lo es. La distancia que se nos pide hoy, nos obliga a pensar en el otro como un bien más misterioso, más lleno de algo que no podemos definir. La nostalgia por los que están lejos se vuelve más urgente, la fragilidad que somos se evidencia más, y al mismo tiempo, se pone ante nuestros ojos que no estamos hechos para el miedo y la soledad. Deseamos más el encuentro con los demás, y se muestra en cada uno la chispa de lo que hay dentro de nosotros. Nos revelamos porfiados, acaparadores, egoístas, y, al mismo tiempo, vemos otros generosos, preocupados, disponibles. Los funcionarios de salud haciendo turnos dobles, entregando su energía sin descanso...

La naturaleza parece estar “descansando” de nuestros egoísmos, y este signo debería hacernos pensar nuevamente en este alcance de eternidad de lo que somos y hacemos. No da lo mismo cómo tratamos, cuidamos o desechamos las cosas. No da lo mismo cuidarnos o no, porque hoy es más claro que el amor a uno mismo es parte del amor a los otros; que el amor a los otros y a nuestro entorno es parte del amor a uno mismo, es parte del amor al Misterio que lo ha creado.

Esta crisis vuelve a ponernos en nuestro lugar: somos necesitados, somos un “pequeño punto azul pálido”, como decía Carl Sagan. Y, a la vez, somos un deseo sin límite de aferrarnos a la vida. Hoy se nos pide un amor distinto, el más verdadero: el amor del sacrificio; el amor de la espera.
Hoy tenemos la oportunidad de percibir más fuertemente el valor de lo esencial, y descubrir que en cada instante lo que deseamos es una vida que no acaba, la vida que desde el presente desea a eternidad.