Plebiscito: una oportunidad de protagonismo y diálogo

A través de este documento, les pedimos poder dialogar y tener una apertura sin límites

No estamos separados del mundo, y en nuestras diferencias no hay novedad alguna. La novedad viene siempre dada por el encuentro con el otro: En el diálogo, cada uno puede subrayar un punto de vista, pero, en definitiva, el diálogo sirve en función de la universalidad y totalidad. Preguntémonos, primero, el significado que tiene para uno mismo, antes que para el otro. Sólo así, podremos contribuir en la madurez de uno mismo y nuestro hermoso país. Proponemos el trabajo de difundir y dialogar sobre este texto en las escuelas de comunidad, fraternidades y sobre todo, en nuestro ámbito de trabajo y familiar. (Juan Emilio Parada)

Todos los hechos acontecidos desde el estallido social de octubre pasado hasta el día de hoy expresan, de una u otra forma, que nuestra sociedad desea un bien mayor. Hay un claro deseo de justicia que se imprime en diversos rostros y acciones alrededor nuestro. Asimismo, la pandemia ha vuelto a reflejar en nuestra sociedad la preocupación por las necesidades y desigualdades que nos afligen. Y frente a esto, es como si nuestra libertad floreciera y expresara lo que hay en el corazón de cada uno: desde la queja hasta la entrega de la propia persona, desde el diagnóstico de las dificultades sociales, hasta la construcción del bien común.

¿Qué deseamos en cada una de estas expresiones? Ser parte de una vida más justa; que las instituciones fundamentales generen espacios para todos; que se pueda vivir mejor, sin tener que excluir a otros para alcanzar el sueño de país que queremos, deseamos ser parte de algo grande.

Por esto, el plebiscito que se avecina es una oportunidad que no puede dejarnos indiferentes. Es una posibilidad concreta de involucrarnos y colaborar en esta vida que deseamos. Ser parte de esta decisión histórica es, además, honrar la historia de nuestro país, donde la democracia no es una obviedad, sino una conquista ciudadana. La participación democrática y el bien común deberían ser parte de nuestros ideales educativos, porque el diálogo ciudadano puede construir relaciones basadas en el respeto y la amistad cívica ¡Y esto es más que "tolerancia"! porque muchas veces, “tolerar” se traduce en dejarnos existir mutuamente, sin "molestarnos"; sin ser parte unos de otros. Necesitamos ir un paso más adelante que nos permita incluso disentir implicándonos humanamente.

¿Por qué un proceso constitucional nos interpela? Porque una Constitución debería asegurar a una nación normas justas para una mejor convivencia humana. Y sin embargo, nuestra identidad de fe, está llamada a expresar que no está “en” la constitución la respuesta a todas las necesidades humanas, pues mientras más nos involucramos con la realidad, más descubrimos que deseamos algo más grande que un proceso político ciudadano, porque nuestra esperanza está en Quien ha creado este deseo, y es fuente de nuestra alegría. Parece contradictorio, pero no lo es: afirmamos que, conscientes de una necesidad más grande, con el realismo de quien reconoce en su corazón un deseo irrefrenable, queremos ser parte de la historia, porque “las fuerzas que cambian la historia son las mismas fuerzas que cambian el corazón del hombre”. Somos cada uno de nosotros los llamados a reconstruir los vínculos sociales que parecieran polos irreconciliables, y, ¿desde dónde comenzar? ¿Desde la violencia o el diálogo? ¿Desde dónde podemos partir para generar una sociedad más justa para todos? ¿Cómo hacemos para no dejar a nadie afuera, aunque pensemos distinto?

Queremos ser protagonistas de una historia común, de manera informada, responsable, y respetuosa de las posturas diversas; educarnos y educar a nuestros hijos a un amor por el bien común, convencidos de que cada uno con su identidad particular puede ser un aporte al destino de todos.

Movimiento CL Chile