Nada nos impide vivir intensamente
Sin vacaciones comunitarias debido a la pandemia. La convivencia de los amigos chilenos de CL pasa a ser online. Cuatro días de encuentros, testimonios, juegos, talleres de arte y cocina… Un experimento que intenta abrazarlo todoDesde el 28 hasta el 31 de enero, hemos vivido unos días para ser mutuo testimonio de que no hay circunstancia que impida vivir intensamente la realidad: arte, ciencias, música, literatura, historia, cocina, todo es ocasión para descubrir un bien que nos espera y abraza.
Por primera vez, hemos enfrentado el desafío de no poder realizar nuestras vacaciones de manera presencial. Esto movió nuestra creatividad y nos pusimos a disposición de la realidad. Todas las propuestas vividas en estos días han nacido de las preferencias de los amigos: ¿qué te apasiona?, ¿qué quisieras profundizar?
Cocinar, hacer pan, repostería, pintar, dibujar, aprender, leer, jugar, comer, experimentar, amar, ¡vivir!
El lema de estos días ha sido “Él está presente aquí y ahora”, y lo hemos verificado a través de encuentros donde la belleza ha entrado en nuestras casas. La tecnología nos ha permitido hacer los encuentros de manera online y seguir, por ejemplo, la presentación de Spirto Gentil, para descubrir cómo don Giussani ha pensado en una educación donde reconocer el esplendor de la belleza es ocasión privilegiada para intuir que “existe” aquello que el corazón desea. Aprendimos a pintar con la familia, siguiendo las técnicas impresionistas, para recordar que «ante la sacralidad de la vida y del ser humano, ante las maravillas del universo, la única actitud apropiada es el asombro». Así, el arte es también la oportunidad de maravillarnos por la realidad.
¿Por qué hacer memoria en el presente? Ha sido la pregunta que guio el encuentro con Claudio Rammsy, responsable de Educación y Audiencias del Museo de la Memoria y Derechos Humanos. El dolor de la historia de nuestro país nos hiere y nos interpela. ¿Qué puede hacernos mirar nuestra historia y nuestro presente con esperanza? El museo propone una visión que, con realismo, y sin odio, nos permita dialogar y construir una sociedad que no necesite olvidar para mirar el presente.
«Cada generación tiene que buscar caminos para el perdón», es la invitación que nos ha hecho Margarita Morandé, psicóloga, con quien hemos dialogado sobre la necesidad social y personal de la confianza. «Estamos hechos para confiar; necesitamos la confianza». Ante el dolor lacerante de una sociedad herida, «el perdón no puede exigirse, sino vivirse en primera persona», respetando la libertad humana y los diversos tiempos que esta libertad conlleva. Buscar caminos de reparación y perdón es, entonces, un llamado social, pero, sobre todo, una pregunta íntima y personal.
Gert y Vivi, a través de un precioso testimonio, nos han compartido por su amor lleno de ternura por las circunstancias que el Señor ha propuesto en sus vidas. Parecería imposible agradecer la enfermedad, la constante “cuesta arriba”, y sin embargo, mirándolos a ellos, vemos que es posible, y que la vocación es un amor donde todo nos construye.
«Nada de este mundo nos resulta indiferente», por eso, la presentación y el diálogo sobre la encíclica Laudato Si’ ha sido un regalo: la “Casa común” es digna de cuidado porque estamos unidos a todo lo que existe, pues «a través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al Autor».
Los talleres de cocina y los juegos a distancia han “movido” nuestras casas, para que nuevamente entre en nuestros hogares una evidencia: “aquí y ahora”, podemos descubrir la alegría de vivir y hacer experiencia de ser comunidad, también en la paradoja de no poder encontrarnos físicamente.
Finalizamos con la presentación de Una pena en observación, libro de C.S Lewis donde el autor narra la experiencia humana del dolor frente a la muerte. ¿Qué puede sostener el corazón humano cuando vive hasta el fondo la más profunda tristeza? No una imagen de Cristo, sino Cristo real y presente. Esta es la promesa de nuestra amistad, reconocer, en compañía, que “Él está aquí”.
Paula, Santiago de Chile