Momento de silencio en los Ejercicios Espirituales. Foto de Carlos Cordero

Amigos por una promesa

"Existe un camino hacia la liberación y es Cristo, y esta es la única razón por la que nos juntamos. Si estamos acá es porque hemos intuido algo." Ejercicios Espirituales CLU Santiago.
Catalina Cayupán

Durante los días 19, 20 y 21 de mayo nos reunimos los universitarios de Santiago de Chile para vivir los Ejercicios Espirituales de Comunión y Liberación, cuyo título era “Llamados a la libertad”. La provocación inicial fue un llamado a mantener durante los días la petición “Señor, quiero volver a verte” poniéndonos en juego a nosotros mismos y sobre todo la realidad de las cosas que vivimos, estando atentos a las formas en las que Cristo está presente. La primera de ellas fue mediante una carta en la que Davide Prosperi nos recordó que “Se nos ha hecho una promesa, “no os dejaré huérfanos” […] Nuestra amistad tiene una promesa de origen, la promesa que nos lleva a estar juntos hoy”.

La hipótesis que miramos junto a padre Lorenzo Locatelli fue la de una realidad siempre habitada por un Padre, lo que nos vuelve hijos, entonces ante tal hipótesis debíamos mirar en profundidad cómo queríamos vivir, como hijos, es decir, siendo más nosotros mismos y pidiendo reconocer siempre al Padre, o como esclavos, donde toda la realidad nos “atropella”. A primera vista pareciera no haber competencia entre ambas alternativas, pero muchas veces elegimos una idea de libertad que nos vuelve esclavos y vivimos con una incomodidad dentro, porque lo que buscamos no es un “sin compromiso” o algo que podamos auto-entregarnos.

La pregunta sobre cómo queremos vivir mantuvo una tensión sobre todos. No podíamos no tomarnos en serio el hecho de estar juntos y la oportunidad que tenemos de ser amigos mirando la vida en su profundidad, entonces nos ayudamos durante las asambleas y sobre todo en los importantes momentos de silencio, donde llevábamos a un juicio todo lo que habíamos escuchado. Este ambiente que nos donamos, de tomarnos en serio como amigos mirando estas preguntas, diría, que fue el primer paso para volver a verLo.

Con aquella petición en el corazón vivimos el sábado y domingo, volviendo nuestros deseos, preocupaciones, miedos e incluso fatigas una petición, cantando “No me importa para dónde vas, yo voy, sin mirar atrás si te tengo por delante” (“Motivos” Abel Pintos), para que luego padre Lorenzo, nos hablara de Cristo como el camino hacia la libertad que buscamos, decía: “Existe un camino hacia la liberación y es Cristo, y esta es la única razón por la que nos juntamos. Si estamos acá es porque hemos intuido algo. Para ser libres necesitamos ser liberados, solo con nuestros esfuerzos y voluntad no lo logramos, Cristo ha venido a liberarnos…”. Por la noche del sábado recibimos la visita y el testimonio de Cristina Galeno, que nos habló sobre lo que la ha sostenido a lo largo de su vida, al enfrentar la universidad, el trabajo y formar una familia, nos hablaba sobre la certeza de tener una casa a la que pertenecer y del don que es traer hijos al mundo con aquella certeza. Custodiamos un momento que fue crucial para su vida y que la sostiene hasta el día de hoy, aquello nació de una conversación con padre Michele, la hipótesis que le presento es que Cristo está aquí, aquí donde estamos, en esta realidad, por lo cual, debemos vivir el día buscándolo, pidiendo verle, preguntándole dónde está.

Hablamos sobre nuestros incansables esfuerzos fallidos de entregarnos entre nosotros mismos la libertad, y hacemos miles de cosas buscándola y finalmente nada logra saciar la inmensidad del deseo, deseamos ser libres y felices, pero lo que nos entregamos siempre se agota, hasta que -como la mujer samaritana- en medio de la cotidianidad, somos encontrados por Uno que nos ama por completo, y eso nos cambia. Pasamos a ser más nosotros mismos descubriendo que hay Uno que lo apostó todo por mí sin ignorar todas mis equivocaciones, debilidades y heridas que nadie quiere mirar, y entonces debo seguirlo, porque es la única mirada capaz de hacerme libre verdaderamente, puesto que la libertad nace de reconocer que mi vida es buena, que somos amados y esperados, que mi vida no es un error, sino que hemos sido desde siempre pensados, amados y conocidos por un Padre. Nos decía padre Lorenzo: “El paso de ser esclavos a hijos es conocer al Padre, reconocer que no somos huérfanos, sino hijos amados, esperados y conocidos desde siempre.”

Han sido tres días de mirar en profundidad todo, de ver rostros luminosos de amigos que viven con una certeza de una bondad última en la vida, sobre todo con una certeza de ser hijos muy amados, de que somos acompañados en todo momento y que Cristo está ahí, donde menos pensamos que está, de que aquello que buscamos existe y es un diálogo cotidiano, no un encuentro de un momento que se vive en el pasado, sino una oportunidad siempre nueva de verLo. Volvemos a casa con las ganas de vivir así la universidad y la vida, de mirar todo como la oportunidad de un nuevo encuentro y de mantener esta petición con la que iniciamos recordando la promesa, no estamos solos porque tenemos un Padre que nos ama.

Catalina Cayupán