Jornada de trabajo. Testimonio de Harry Abarza
En el marco de la Jornada de trabajo Harry Abarza nos cuenta sobre su vida y su trabajo.Hola soy Harry, soy Odontólogo y trabajo en Cesfam Rural en Lampa, quiero contar algunos hechos que me ocurrieron en el trabajo, que me han hecho entrar en profundidad en mi relación con el Señor. Hace un tiempo atrás, atendiendo en el programa de prótesis que tiene el consultorio, llegó un paciente relatando que le encantaría realizarse una prótesis. Al momento de preguntarle si tenía alguna enfermedad me indica que hace unos días le diagnosticaron Cancer de estómago, en una etapa terminal y que le quedaban aproximadamente 5 meses de vida. En ese momento mi compañera de trabajo me dice que mejor no le hagamos la prótesis dental si le queda tan poco de vida, para qué perder un cupo. En ese momento me di cuenta que si bien el pronóstico de su enfermedad era bastante malo, no era una razón para no hacer su prótesis, no puedo reducir al paciente a su enfermedad, aparte solo Dios sabe cuando es su hora. Durante estos meses que lo atendí, me impactaba la fe que tenía don Miguel, también su deseo de vivir, siempre entregado al Señor. El decía “lo que Dios quiera”, lo que me enseña nuevamente qué significa amar la verdad más que a uno mismo, porque a mi me cuesta entregarme así a la voluntad del Señor, con esa fe. En el último tiempo mi paciente su puso muy mal y hace 3 meses falleció, lamentablemente no alcancé a terminar su prótesis, pero me llenó de preguntas, como ¿Cuál es la razón última de la muerte? Porque este señor tenía un deseo enorme de vivir y el señor decidió llevárselo.
Con esta pregunta en el corazón, luego de su fallecimiento, una compañera del trabajo en el cesfam fue diagnosticada con cáncer de mama con metástasis, que también es terminal. Hace pocos días me pidieron que la atendiera y le hiciera tratamiento dental porque necesitaba el alta para continuar su terapia oncológica. En ese momento le cuento la situación a mi jefe y me preguntó si yo creía que valía la pena darle esa atención odontológica sabiendo que se podía morir pronto. Yo no sabía bien por qué, pero no dudé en responder que sí valía. Entonces le pedí que me diera un box en horario no laboral para poder atenderla lo antes posible. Tuve la suerte de compartir con ella sus alegrías y sus penas. Me impactó que me contara que se iba a casar en esos días, muy consciente de su situación, pero sin dejarse definir por ella, como si la muerte no fuese la última palabra.
Terminé su tratamiento dental, firmé su alta y a los dos días empeoró su salud y falleció. “¿Por qué, Señor?”. Ese día no pude dejar de pensar en las ganas que ella tenía de vivir, pero viendo mi historia, por muy difícil que sea la situación, el señor siempre es quien elige lo mejor para mí, aunque no sea lo que mi mente quiera.
Quiero destacar que este año comenzamos una nueva escuela de comunidad de jóvenes trabajadores guiada por el Padre Alessio. Cada día agradezco la compañía y el lugar que el Señor me regalo, para poder abrir mi corazón a tener más preguntas, más certezas y sobretodo esta conciencia sobre el trabajo, mi vida y el dolor. La experiencia de escuela de comunidad, realmente ha sido un regalo, es hermoso ver cómo actúa Cristo entre nosotros, sobretodo a través de mis amigos, ya sea en colegios, en una fiscalía e incluso en un regimiento militar.
Pienso en mi historia y me siento afortunado y conmovido de que el Señor me encuentre a través de amigos de la comunidad de la iglesia y sobretodo en el movimiento, porque ser mirado con los Ojos de Cristo no sólo me salvó la vida, sino que me abre el corazón y me permite entrar en profundidad frente a la realidad, incluso con el dolor o la muerte. Esto es lo que me permite saber que cada cosa que yo hago en el trabajo, por más que para otros no valga la pena, para mi están llenas de sentido.
Ir a escuela es la oportunidad de tomarme en serio cada cosa, cada pregunta o cada dolor, lo que permite que mi relación con Cristo sea más evidente y más cotidiana.